Si tuviera que situar esta reflexión en el ámbito del trabajo podría resumirla en Conocer el pasado, trabajar el presente y prever el futuro. Si tuviera que hacerlo en el ámbito del desarrollo personal la matizaría con Reflexionar y perdonarte por tu pasado, construirte y vivir en el presente, planificar y proyectarte en tu futuro.
Matices que en un ámbito u otro sitúan tiempos y momentos de nuestra vida en el lugar que corresponde.
Seguro que si pensamos en lo que hemos vivido hay sucesos de nuestra vida a los que nos enfrentaríamos de forma diferente si tuviéramos la oportunidad de vivirlos ahora. Quizás esto sea lo positivo de esta reflexión. Pararse a pensar sobre nuestros momentos vitales tratando de analizar y, por qué no, meditar, sobre lo que hicimos, pensamos o sentimos en esos momentos. Lo difícil será hacerlo situándonos como responsables principales de lo sucedido sin culpabilizarnos, victimizarnos o justificarnos. Y sobre todo, tratar de no reinventarnos o reescribir el pasado. Cambiar el pasado es algo que, aunque parezca imposible desde cualquier lógica, ocurre constantemente. Necesitamos tener la serenidad para darnos cuenta de ello.
El presente es lo que tenemos, siempre. Da igual lo que paso, da igual lo que planifiquemos, solo tenemos el ahora. Necesitamos vivir ese carpe diem que te sitúa en el presente como momento de construcción del futuro, no el carpe diem de hacer lo que me apetezca porque la vida son dos días. «Carpe diem quam minimum credula postero”, aprovecha el día y no confíes en el mañana. No procrastines ni pienses que mañana saldrá un sol diferente que cambiará tu situación por arte de magia.
Reflexionar y meditar sobre el pasado, no conlleva traerse del pasado los resentimientos y prejuicios propios y de las personas que te acompañan. Las personas tenemos derecho a cambiar, a no ser lo que fuimos en un momento, a volvernos a equivocar y a cosechar éxitos incluso si no lo hicimos antes. Independientemente de la idea que tengamos o tengan de nosotras, tenemos un presente para mejorar. No somos actrices en una obra de teatro que repetimos el mismo papel en cada función día tras día.
En lo referente al futuro hay tres cuestiones que me parecen fundamentales. La primera es centrar nuestro objetivo, el rumbo. Después el camino, la planificación. Y por último valorar el riesgo. Ningún barco sale a navegar sin rumbo, sin carta de navegación y sin haberse previsto de provisiones y todo lo necesario para que durante el viaje pueda para hacer frente a posibles imprevistos.
Tomando de referencia un ámbito global para llevar a la práctica la reflexión anterior, quizás debiéramos sorprendernos por la falta de anticipación ante la crisis sanitaria que vivimos. De repente todo se paró y nos faltó lo básico. ¿Hubo señales? Entiendo que sí, pero no las supimos leer ni valorar su riesgo por lo que no tomamos las decisiones adecuadas. Por ejemplo, ¿los procesos masivos de externalizaciones, la deslocalización así como la cultura del presencialismo no hicieron que estuviéramos en una posición más débil para afrontar este problema?, ¿las desigualdades tan grandes entre países y personas que ya conocíamos no afectaron a su agravamiento?. Y volviendo a la reflexión inicial, ¿estamos siendo capaces de pensar el pasado sin culpabilizar, victimizar o justificar?, ¿en qué hemos modificado nuestra forma de pensar, de sentir y de hacer en el presente?, ¿qué objetivos y medidas estamos llevando a cabo que nos proyectan en un futuro diferente?
Si centramos la reflexión en el ámbito de lo personal y del desarrollo profesional podemos empezar así….
“El mundo te preguntará quien eres, y si no lo sabes, el mundo te lo dirá” Carl Jung
Pasado, presente y futuro enfocados en la construcción de tu dharma, de tu propósito de vida.
Y en esta construcción personal lo importante es no tener prisas, disfrutar de caminar y del camino a pesar de las dificultades. No desistir sino insistir.
Vivir con la calma suficiente que te permita sentir los matices. Huir de las recetas mágicas, para mí, significa principalmente no buscarlas. |
Igual que cuando empecé con el jardín había un montón de herramientas y consejos sobre su cuidado, las hay en todo lo relacionado con el desarrollo personal y profesional. Multitud de técnicas e instrumentos de gestión y autogestión que te ayudan a conseguir fundamentalmente una mayor productividad y llegar más rápido y fácil a tu objetivo.
Por ejemplo, cualquier persona que quiera mejorar en la gestión de su tiempo seguro que ha estudiado este cuadrante del tiempo de Stephen Covey. Una herramienta muy interesante en la planificación estratégica del trabajo que hay que realizar.
Pero si tuviéramos más calma podríamos leer al autor y descubrir que esta matriz del tiempo forma parte del tercer hábito que desarrolla en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. A pesar de la importancia y lo acertada que es, esta matriz es solo una mínima parte de la filosofía que presenta cuyo objetivo principal es la construcción de un proyecto de vida.
Dedicar algo de tiempo todos los días a adquirir un conocimiento más profundo de nosotras mismas y profundizar en las cuestiones transcendentales de nuestras vidas que den sentido y globalidad a todas estos métodos, herramientas y consejos que existen sobre el desarrollo personal y profesional resulta muy necesario. Si no lo hacemos, nos quedaremos en la superficie y podremos llegar incluso a balizar estas herramientas que tenemos a nuestra disposición.
Necesitamos recuperar la calma y aprender a mirar y a mirarnos de forma diferente, en nuestra globalidad, y no solo como una parte de nosotras mismas aunque ésta sea muy importante. Necesitamos reflexionar y perdonarnos por nuestro pasado, construir y vivir en el presente, planificar y proyectarnos en nuestro futuro. Necesitamos definir nuestro dharma y trabajar en él, para decir quiénes somos y no permitir que nos lo digan.